Comienza
una nueva noche en la cual sigo pensando en ese encuentro agridulce
que sucedió tras la puerta de ese vestíbulo. El agrio de ese
encuentro se centra en la negación que me resultó el final de ese
suceso, lo dulce se enmarca en ese campo delicioso rebosado de sudor,
que junto al mío se convertía en un paisaje nunca antes visitado,
pero por la inercia de mis ganas, conocía cada rincón.
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