Estaba
cansado, tenía horas de arduo entrenamiento físico en el gimnasio,
solo deseaba ducharme e irme a mí casa. Entro al vestíbulo y estaba
vacío, solo se escuchaba el sonido del agua cayendo por una regadera
que estaba lejos; me dirigí a una de las duchas con ganas de
refrescarme, y forzar la llegada de alguien y así, pudiese
descodificar mi idioma biológico, protagonizado por mi gigantez que
cuida mis entrepiernas.
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